Me gusta mucho la película Maléfica. Es una de estas revisiones de cuentos populares y películas para niños que tan de moda se han puesto en nuestros días. Y, a mi entender, es la más radical en esa revisión. Su “oscuridad” aporta “luz”.
“Dentro del presente fenómeno de reescrituras contemporáneas de los cuentos de hadas, pocos —los de Tarsem Singh, Christophe Gans y Bryan Singer— han sido los trabajos capaces de sobreponerse a la mecánica aplicación de barniz digital y a la rutinaria y superficial puesta al día de viejos arquetipos. Maléfica es el trabajo que se ha atrevido a dar pasos más radicales en su especialidad” (Jordi Costa, crítico de cine para “El País”. Ver la crítica completa aquí).
Plantea asuntos serios, y que deberían ocuparnos a los creyentes —creo que también a quienes no lo son—:
- El mal que hacemos no tiene justificación, pero sí explicación. Desentrañarla es el primer paso para abandonarlo.
- Cuando devolvemos mal por mal, se crea una espiral de violencia de difícil contención, en la que salen heridos inocentes que nada tienen que ver con nuestra disputa.
- Los errores —que pueden causarnos mal a nosotros mismos y a los demás— tienen consecuencias que debemos asumir, pero no estamos obligados a repetirlos. Debemos tratar de enmendarlos. Y si no podemos, deberíamos intentar compensarlos.
- La redención es comunicación de vida. Y esa vida ofrece al redimido la oportunidad de comunicar vida a su vez.
- El amor es el medio y el fruto de la redención. Si no sabemos amar, expresamos que aún no nos creemos nuestra propia redención.
- La redención, y el amor como causa, medio y consecuencia, producen el derribo de los muros que perpetúan las diferencias, y trae la paz.
Recomiendo Maléfica como parábola del creyente y sus contradicciones, y del esfuerzo de Dios por llamarnos a una vida que solo se hace plena a través del amor.
Juan Ramón Junqueras Vitas (Periodista y teólogo)
Responder